Para la protección de determinados riesgos, como por ejemplo frente a líquidos inflamables, las soluciones basadas en la espuma como agente extintor son las más eficientes.

Uno de los sistemas de extinción por espuma más utilizados son los rociadores (ver foto). Para que se produzca la espuma, debe producirse una mezcla entre agua, espumógeno y aire. Sin aire, no se produce espuma, y  dependiendo de la cantidad de aire, el fluido se expande en menor o mayor medida, obteniéndose una espuma más o menos densa.

Los rociadores de espuma son constructivamente muy distintos a los rociadores convencionales, ya que su cuerpo debe permitir la entrada de aire para producir la correspondiente mezcla y expandirse, generando la espuma.

La Norma UNE EN 12845, que prescribe de forma clara como deben diseñarse las instalaciones de rociadores, especifica que para la protección con rociadores de líquidos inflamables se recomienda añadir espumógeno como aditivo al agua. Es importante saber, sin embargo, que en este caso NO se consideran instalaciones de extinción por espuma, sino por rociadores cuyo agente ha  sido pre-mezclado con un aditivo que favorece la viscosidad y la refrigeración superficial en su capacidad de extinción.