En aquellas zonas donde las temperaturas pueden llegar a ser muy bajas, se debe tener especial precaución con las instalaciones de protección contra incendio con sistemas húmedos (aquellos en los que las tuberías están presurizadas con agua).

Obviamente, si las temperaturas llegan a valores por debajo del punto de congelación del agua, la instalación quedará inoperativa en caso de incendio debido al estado del agua. Además, aunque no se dé la necesidad del uso del sistema, la propia dilatación producida por el incremento del volumen de la vena líquida, producirá daños mecánicos irreversibles, que dependiendo del alcance de los mismos puede causar una reparación muy costosa.

Es por ello que es muy importante tratar de forma adecuada toda la red de tuberías que pueda estar sometida a temperaturas bajo cero. En determinadas situaciones, esto no solo afecta a tuberías que estén en intemperie, sino a veces también en instalaciones interiores pero con posibilidad de congelación.

El método más fecuentemente utilizado, es el sistema de calorifugado mediante coquilla recubierta de malla metálica. El espesor de la coquilla dependerá del grado de aislamiento que se quiera dar, así como la sección de tubería a proteger.

Independientemente del aislamiento, es también importante elaborar un plan de actuación preventivo, consistente en hacer circular de forma regular agua por el circuito para que el propio movimiento de la vena fluida dificulte el proceso de congelación.

De vital importancia es la calefacción de las salas de bombas, puesto que los efectos de congelación en los circuitos hidráulicos de los grupos de presión pueden ser devastadores.