Sistemas de control de humos. ¿En qué consisten?

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Los sistemas para controlar los humos son una medida básica para poder evitar y reducir al máximo los potenciales daños a las personas y a los equipos en caso de incendio. Para llevar a cabo un control efectivo de los humos se requiere el uso combinado de un adecuado sistema de extracción de humos en combinación con detectores de humos, para poner en funcionamiento los sistemas de extracción, alertar a los usuarios y facilitar la evacuación. Los sistemas de extracción de humos los definimos como aquellos cuyo objetivo es proteger las vías para evacuación de personas llevando a cabo la extracción de los humos al exterior en un edificio en caso de incendio. La normativa establece los aspectos de medidas específicas para compartimentar el incendio y el humo producido, facilitando que este esté acotado en sectores y evitando la expansión descontrolada por el edificio. Esto además ayudará al control, la extinción y mejorar la seguridad de las personas. El CTE en su sección SI 1, centrada en la propagación interior del fuego específica según el tipo de uso de en edificios de pública concurrencia de más de 1000 personas, las superficies máximas que han de tener estas zonas y la resistencia al fuego que han de tener los elementos constructivos.

El DB SI detalla cómo garantizar la extracción de humos en caso de un incendio para garantizar la seguridad de los ocupantes durante la evacuación del edificio. Los sistemas de ventilación sirven para controlar y expulsar el humo del edificio, utilizando sistemas de ventilación natural o por extracción mecánica. La sectorización requerida es de 2000 m2 para sistemas de extracción de humo por ventilación natural y de 2600 m2 para sistemas de extracción mecánica. En un incendio hay varios factores que influyen en la severidad del mismo y en el humo generado, especialmente y a nivel general el combustible que genera los mismos. Aunque exista esta compartimentación y sectorización es indispensable que se utilicen sistemas de detección de humo, que son aquellos diseñados para detectar la presencia de un incendio en el interior de un edificio, mediante la detección del humo. La definición correcta de la palabra «humos» implica la existencia de productos de combustión con partículas en suspensión (cenizas), siendo más correcto hablar por lo tanto de detectores de incendios. Para aplicaciones típicas en entornos edificatorios residenciales, comerciales e industriales, los sistemas de detección de humos para la actuación de los sistemas de control son de tres tipos, en función de la tipología de detección.

  • Detección convencional: estos sistemas detectan humo, fuego, calor o cualquier combinación de estos elementos y se instalan habitualmente en lazo e indican si hay una alarma en las diferentes zonas de instalación.
  • Detección convencional direccionable: capaces de detectar también la existencia de calor, humo o fuego (o combinación de ellos) pero indican si existe alarma por cada elemento, no por cada zona.
  • Detección inteligente: en este caso los elementos se conectan en lazo pero son capaces de cuantificar la presencia de humo, niveles de temperatura, fuego o combinaciones de estos elementos reaccionando según un protocolo programado previamente, como por ejemplo activando un sistema de extracción o una alarma.

En cuanto a capacidad de detectar y medir presencia o niveles tendremos detectores analógicos, que poseen capacidad para indicar nivel de la unidad medida, por ejemplo, concentración de un elemento generado en el incendio y sistemas digitales, que detectan presencia pero sin poder cuantificar el nivel.

Estos dispositivos deberán detectar la existencia de un incendio y además indicar las señales de alarma necesarias para tomar las medidas adecuadas, así como activar los sistemas de control de humos. Los detectores más utilizados son de cuatro tipos y se basan en diferentes principios físicos y de funcionamiento:

  • Detectores ópticos: el humo que entra en el equipo hace que se varíe la transmisión de un rayo de luz que hay en su interior, generando una alarma. Son sistemas para detección puntual y existe un tipo que tiene una gran utilidad, los detectores ópticos para aspiración. Estos detectores se colocan en los conductos de extracción de aire (ventilación) del local, detectando la presencia de humo en grandes estancias o en el edificio en general, lo que permite que sean utilizados en centros comerciales, supermercados, cárceles o bodegas, entre otros.
  • Detector térmico: realmente no es un detector de humos, sino de incendio ya que funciona por la fusión de un elemento cuando se alcanza una temperatura elevada, son de detección tardía, normalmente por encima de 70 ºC, y con alturas de locales hasta 7 metros. Se usan a nivel general cuando no puede usarse uno convencional de detección de humos, por ejemplo en cocinas o garajes.
  • Detector de radiación: tampoco es un detector de humos sino un detector de incendio. Detecta mediante diferentes elementos electrónicos la presencia de radiación generada por la presencia de un incendio. Se instalan sólo en recintos abiertos o lugares con techos muy elevados, y producen una alarma tardía.

Los sistemas de detección de incendio son básicos para poder asegurar la evacuación del edificio y la extinción del incendio, ya sea de forma automatizada o manual. A nivel general en los edificios con altura de evacuación superior a 50 metros se debe instalar sistemas de detección como los que hemos analizado y además un sistema de alarma, para asegurar la evacuación efectiva del edificio. Además de esto es muy importante asegurar una adecuada ventilación del edificio en caso de incendio para evitar que se produzcan intoxicaciones por inhalación de estos productos de combustión.

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